El amor no deja de ser... ni de doler

A veces no nos damos el tiempo para entender el porque tantas cosas pasan a nuestro alrededor y nosotros ni lo notamos. A veces no reparamos en los pequeños grandes logros que tenemos porque estamos obsesionados con llegar al mañana; o también nos deprime el hecho de que al mirar nuestro camino no estamos en donde nos habíamos proyectado, ni en la forma ni en el entorno que creíamos alcanzaríamos.
Pero existe un dolor aún mayor que puede entristecer hasta el alma mas alegre e iluminada, y es el dolor de la persona que uno ama.

A veces su mirada perdida y sus llantos espontáneos nos dan un llamado de alerta sobre lo que esta pasando en aquel ser que tanta devoción entregamos, pero que sufre sin demostrarlo. 

Cada lagrima que derramas es una fría estocada en mi corazón, cada llanto es una angustia para mi alma, te mentiría si te digo que no he pedido al cielo que me castigue y envíe todo ese dolor a mi alma para poder calmar la tuya. Y es que me duele verte sufrir ya sea por mi causa o por la de otros, por tu confusión emocional y alboroto interno de tu ser, que solo deja escapar suspiros de resignación y dolor cuando acaba el día. 

No sabes como he llorado amargamente, no por mi, sino porque tu no estas bien, no estas tranquilo, porque sientes que te tratan como objeto, porque piensas que tus sentimientos no importan y que nadie quiere cuidar de ellos. Es una espina clavada adentro de mi pecho y que llega a mi corazón, así de agudo es el dolor que tengo por no verte feliz.

Extraño tu sonrisa alegre, tu mirada enamorada, esos gestos cómplices en tu rostro... anhelo volver a ver el brillo de tus ojos, esos ojos redondos e intensos que no mienten a los míos, y que me dicen todo lo que piensas y lo que sientes. Deseo que vuelvas a sentir tranquilidad en mis brazos y descanso en mis besos... pero cuando pienso en todo esto que deseo y anhelo caigo en cuenta de mi egoísmo... porque no se trata de mi, sino de ti. 

Y es ahí cuando choco de frente con la muralla de la realidad, y es donde entiendo que no es lo que yo deseo, lo que yo quiera o extrañe... sino lo que tu sientes y necesitas... lo que quieres lograr o dejar de sentir... y es ahí en ese preciso instante cuando entiendo la tristeza que hace brotar amargas lagrimas de tus redondos e intensos ojos. 

Si sólo de mi dependiera que dejara de doler en tu alma, si pudiera ayudarte... si pudiera hacer que el amor dejara de doler... pero solo puedo estar aquí impávido ante mi impotencia... y solo abrazarte para que llores y sepas que esta noche no estas solo... aunque el amor no deje de doler.